Dependencia del plástico, ¿qué es y cómo evitarla?

Recientemente observé una imagen en Internet que era realmente intrigante y que guarda relación con la temática de este artículo (la dependencia del plástico). En un supermercado se comercializaban naranjas envueltas en un envase de plástico, sin piel. No es la primera vez que ocurre, en otras ocasiones he podido ver en la Red bandejas de plástico con gajos de naranjas y mandarinas envueltas con papel film. Por suerte, al poco tiempo también leí que, por la presión popular y el revuelo que había causado, el fabricante había dejado de utilizar esos envases para cubrir las frutas. Es una noticia esperanzadora el hecho de que los consumidores aún tengamos fuerza, algo de fuerza, en el mercado.

Al ver la imagen pensé... ¡qué pena que la naturaleza no haya diseñado una fórmula más sostenible de envolver las frutas! Por supuesto era una pregunta irónica, ya que las frutas tienen un material mucho más sano, sostenible y eficaz para ser envueltas. Es su propia piel, que en muchas ocasiones conserva una buena cantidad de propiedades nutritivas y saludables y en otras ocasiones puede ser utilizada para diferentes recetas de cocina, como es el caso de la piel de los cítricos.

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¿Por qué necesitamos tanto envoltorio?

Debemos reconocerlo: la imagen de la fruta que comentaba anteriormente puede indignar a cierto sector de la sociedad que está preocupado por conceptos como la sostenibilidad o el consumo responsable, pero sigue existiendo un amplio espectro de la población que no se preocupa por estos temas. Tenemos que reconocerlo, estamos avanzando mucho en el tema de la conciencia ambiental, son ya muchos los que se saben de carrerilla la Regla de las 3R (Reducir, Reutilizar y Reciclar). Estamos alcanzando unos niveles de reciclaje bastante aceptables en la mayoría de los países desarrollados, y prácticamente en cualquier vivienda saben que los envases de plástico y vidrio y el cartón tienen que depositarse en contenedores específicos.

Pero el reciclaje sirve de poco si no damos un paso más. No conseguimos nada si compramos una naranja que viene envuelta en una caja de plástico y al comérnosla la reciclamos. No conseguimos nada porque el volumen de este tipo de envoltorios no deja de crecer. Se calcula que el 40% de la basura doméstica la conforman este tipo de residuos. Nos invade la dependencia del plástico y de las latas.

Ejemplos de nuestra dependencia del plástico

Otro de los paradigmas del envoltorio superfluo es el perfume de alta cosmética. Un bote de 25 ml. de perfume va tapado con una caja de plástico tan grande como el propio frasco. El plástico y el frasco van protegidos por un trozo de cartón ondulado que a su vez va insertado en una caja de cartulina envuelta por una película plástica cerrada con un adhesivo de papel. Podemos contabilizar hasta seis materiales de envasado cuando sólo es necesario uno. Es, en definitiva, otro ejemplo de nuestra dependencia del plástico.

El colmo del envasado ocurre cuando nos ofrecen envolver regalos, ya que esto incluye un trozo de celofán, cinta adhesiva, un lazo y un papel adhesivo con una leyenda del tipo "Felicidades" o "Espero que te guste". Y para concluir, todo esto lo guardan en una bolsa de plástico con impresiones de la tienda donde hemos adquirido el producto. Una bolsa que suele ser mucho más grande y puede transportar un volumen mucho mayor que el que ocupa el producto. ¿A tal extremo llega nuestra dependencia del plástico?

Abusar del envoltorio y de este tipo de envases superfluos termina por inundar los vertederos y los mares de nuestro planeta. Muchos de estos materiales son de naturaleza mixta y difícilmente reciclables. Un ejemplo: en el caso de que todos estos envases fueran reciclables, se calcula que habría que multiplicar por diez los contenedores urbanos para dar cabida a tanto desecho en la época navideña.

Los vertederos son un problema muy importante en las ciudades del planeta, pero el mayor problema de la dependencia del plástico no ocurre precisamente en tierra firme. Cada hora se vierten al mar casi 500.000 kilos de plásticos en todo el mundo. Eso está provocando importantes consecuencias ambientales tanto a la fauna como al resto del ecosistema marino. Muchos animales confunden los plásticos con alimentos o quedan atrapados en ellos. En los océanos de la Tierra existen verdaderas islas flotantes de plásticos que están causando importantes impactos ecológicos.

Dependencia del plástico, ¿qué es y cómo evitarla?
Un ejemplo de la dependencia del plástico

Sería injusto responsabilizar a los consumidores finales de todas las culpas. Los consumidores finales no tiran directamente los plásticos al mar, sino que son otros agentes los que permiten tal despropósito (empresas de basuras, instituciones con recovecos legales, etc.). En cualquier caso, los consumidores finales, como vimos anteriormente, sí somos capaces de introducir pequeños cambios en el mercado. Es posible desengancharse de la dependencia del plástico adquiriendo unos hábitos de consumo responsables y sostenibles. A continuación, os damos unas claves.

Consejos para evitar la dependencia del plástico

  • Utiliza bolsas reutilizables y carritos de la compra. Rechaza los llamados bioplásticos, pues muchos de ellos generan importantes impactos ambientales y sociales.
  • Disminuye el consumo de agua y refrescos embotellados.
  • Sustituye las fiambreras de plástico por envases de vidrio, porcelana o acero inoxidable. Utiliza biberones de cristal para los bebés.
  • Rechaza, en la medida de lo posible, los utensilios de usar y tirar.
  • Evita las comidas precocinadas, congeladas y en conserva, pues incorporan mucho envoltorio y embalaje y pueden contener plásticos bioacumulables que entran en contacto con los alimentos.
  • Usa productos cosméticos caseros, son más saludables y reduces la necesidad de envases.
  • Y por último, siempre que sea posible, compra productos a granel.

Si sigues estos consejos, no sólo disminuirá tu dependencia del plástico, sino también de otras materias que dañan el mundo en el que vivimos.

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