El oso mexicano
Hoy vamos a hablar de una especie animal que por desgracia ha ido quedando en el olvido. Se trata del oso mexicano, conocido científicamente como Ursus arctos nelsoni y que desde el año 1964 ha sido declarado extinto por la UICN. Seguidamente veremos algunas cualidades interesantes de esta especie que fue considerada como uno de los mamíferos terrestres más grandes de todo México.
Características generales del oso mexicano
El oso mexicano era una subespecie perteneciente al oso pardo de la que por desgracia no hemos llegado a conocer demasiado, y esto se debe a su rápida extinción, impidiendo que los expertos puedan analizar algunas características básicas con correcta exactitud.
Sin embargo y apoyándonos en los escritos previos a su extinción, se trataba de uno de los mamíferos más grandes y pesados del país. El color de su pelo era generalmente rojizo, y destacaba también bandas plateadas en la zona de su cabeza, patas y algunas partes de su cuerpo. Debido a estas franjas de color plateado los nativos lo conocían como oso plateado.
En cuanto a sus dimensiones llegaba a alcanzar cerca de los 2 m y podía llegar a pesar más de 300 kg. Tan sólo se reproducía cada tres años, teniendo camadas que oscilaban entre uno y tres oseznos, pariendo durante las temporadas de hibernación.
En cuanto a su alimentación se sabe que comía fundamentalmente miel, raíces, frutas, plantas y frutos secos, pero en algunas ocasiones también se llegó a detectar que podía alimentarse con carroña o incluso cazar pequeños mamíferos.
Los primeros europeos en conocer al oso mexicano fueron los españoles en el siglo XVI durante una expedición a través de la cual trataban de encontrar las Siete Ciudades de Oro.
El hábitat del oso mexicano
Antes de su completa extinción y en los años 30 tan sólo quedaban ejemplares en tres montañas que eran Santa Clara, la Sierra del Nido y el Cerro de las Campanas.
Los peligros que amenazan al oso mexicano
La razón por la que en la actualidad el oso mexicano está extinto se debe fundamentalmente a que desde el siglo XIX el ser humano comenzó a habitar las zonas que en principio estaban reservadas para estos osos, por lo que los mismos se vieron obligados a buscar otros destinos aunque finalmente tuvieron la mala suerte de no hallar un hábitat adecuado para su supervivencia.
No fue sólo la pérdida del hábitat lo que afectó al número de osos mexicanos, sino que también y en vista de ver reducido su espacio comenzaron a atacar al ganado de los nuevos pobladores, por lo que se convirtió en una especie non grata, razón por la cual los humanos comenzaron a cazarlo.
En 1930 ya no había ejemplares en todo Estados Unidos, y para 1960 y pese a estar protegidos, tan sólo se pudieron contar 30 unidades reducidas a un pequeño territorio de México.
Aunque a día de hoy se considera extinto por completo, tanto en el año 1983 como en el año 2003 se produjeron dos supuestos avistamientos aunque no han podido ser confirmados.
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