La destrucción de las praderas submarinas
Existe un ecosistema de vida vegetal al que no solemos prestar mucha atención, pero que es tan rico y relevante como cualquier otro. Me estoy refiriendo a las praderas submarinas de las plataformas continentales, asentamientos biológicos periféricos a la conciencia ecológica del común de las personas que, sin embargo, acusan el cambio climático tan sensiblemente como el resto de ecosistemas planetarios. Conocemos el dato escalofriante según el cual dos hectáreas de estas praderas se van al garete en el tiempo escaso de una hora de reloj, siendo así que el ritmo se acelera por momentos, lo que es aun peor. Estamos hablando de unos ecosistemas más frágiles incluso que los arrecifes coralinos y los bosques de los trópicos.
En el último cuarto de siglo está testimoniada la pérdida anual de 110 kilómetros cuadrados de estas praderas. Y ello sin registrar los deterioros que se hayan podido producir en áreas desconocidas, que son las más según cálculos de los biólogos marinos.
El deterioro de estos ecosistemas submarinos se viene extendiendo por efecto del cambio climático, con la salinización y la reducción de oxígeno que eso conlleva; la mayor presencia del hombre en las costas; la sobreexplotación pesquera; los crecientes vertidos al mar y demás impactos ambientales que maltratan el sensible equilibrio biológico de las praderas subacuáticas, excelentes indicadores de la calidad medioambiental de nuestras costas.
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