La palma de aceite se impone en Indonesia

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La palma aceitera gana terreno en los bosques de Indonesia, el primer productor mundial de estas eukaryotas.  Su cultivo se impone en perjuicio de otras especies arbóreas, que se talan para hacer sitio al aceite de palma. Millones de hectáreas de bosque son destruidas al año con el fin de plantar la palma aceitera, cuyo aceite se usa en la industria de los cosméticos, los biocombustibles y los alimentos. Sus detractores argumentan que esta palma, además de exigir la tala del resto de especies, produce un aceite prolijo de ácidos grasos saturados. Sus partidarios, que han promocionado su cultivo en el Foro Internacional de Medio Ambiente que se celebra durante estos días en Bali, aseguran que el aceite de palma sostiene 3 millones de puestos de trabajo solamente en Indonesia y contribuye a la erradicación de la pobreza en los países tropicales gracias a su buena salida en el mercado.

Esta buena acogida en el mercado tiene su principal cliente en Europa, donde se usa como materia prima en productos alimenticios como la bollería de grasas vegetales, los dulces y las conservas; en productos cosméticos tipo cremas,  pastas de dientes o jabones; y en otras muchas aplicaciones como las velas, los betunes, los detergentes o las pinturas, así como los biocombustibles.

Los ecologistas afirman que el cultivo de palma es legítimo siempre que no implique la deforestación de las selvas vírgenes.

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